Breaking

viernes, 9 de abril de 2021

Miedo y Cubrebocas en Las Vegas




Las Vegas es la ciudad localizada en el corazón del desierto del estado de Nevada, Estados Unidos. A lo largo del tiempo esta ciudad ha adquirido cierta popularidad tanto para la gente que le encanta la fiesta y el desmadre como también para aquellos que solo buscan presenciar en persona uno de los sitios más iluminados dentro del planeta tierra. Las Vegas es la ciudad que nunca duerme y también es territorio del pecado, de los excesos, las fantasías y el espectáculo.

El día 2 de abril tome un vuelo mañanero hacia Las Vegas junto con mi familia, era una mañana fría la que recibía la Ciudad de México. A consecuencia de más de un año de que la pandemia COVID-19 había comenzado en mi país, me sorprendí bastante cuando me percate de la enorme masa de personas que había a mi alrededor desde tempranas horas en el aeropuerto, no recordaba como era estar en un lugar repleto de personas. Nadie parecía recordar la existencia de un virus que podría haber estado rondando por el aire y aunque todas las personas traían puestos cubrebocas, se sentía en el aire cierta libertad colectiva por disfrutar de unas vacaciones de semana santa que rompieran con la rutina del encierro. 

Había gente registrando sus maletas por todos lados, filas bastante largas de personas y muchas maletas. A mi cuerpo le costo solo 4 horas de juventud llegar a una de las ciudades mas visitadas de Estados Unidos. Mi llegada a Las Vegas apestó un poco ya que el coche que rentamos se localizaba a una distancia retirada del aeropuerto, nos transportamos en un camión al lugar en donde nos esperaba una fila de hora y media para poder tener acceso al coche que rentamos, esperé en pleno calor infernal del desierto de nevada. A lo lejos se veían las montañas y a lo cerca se veía un seven eleven al cual camine junto con mi tío y mi primo mientras mi padre permaneció esperando en el lugar. Me compre una paleta helada para refrescar. 

Al fin nos encontrábamos en el coche, era un Corolla negro, bastante cómodo. No tarde en sintonizar una estación de radio que nos diera una buena bienvenida a el tan querido país vecino, detuve mi búsqueda tras toparme con una estación de hip hop, subí el volumen y disfrute del camino hacia la ciudad, que no se encontraba tan retirada del aeropuerto. Hicimos una parada para comer algo y seguimos con nuestra ruta. 

Estaba anocheciendo y creímos que era un excelente momento para dar el rol en el coche y ver la ciudad iluminada. El recorrido en coche fue increíble, la música de la radio acompañaba perfectamente el entorno. Muchas luces, edificios enormes, gente en las banquetas y una combinación densa de olores (cigarro, marihuana y fiesta). Fuimos a Freemont Street. El lugar vibraba de una manera hipnótica, era viernes por la noche así que mucha gente estaba fuera, el lugar era una fiesta... era un desmadre. Gente por todos lados, música a alto volumen, el techo de pantallas cambiando de colores y figuras, gente fumando marihuana, gente tomando alcohol, unos cuantos detrás de las pantallas de sus teléfonos capturando fotos y videos. La gente estaba riendo y pasándola bien, viviendo el momento. Me dieron unas ganas tremendas de formar parte de la fiesta, de comprar una cerveza, de darle una fumada a un porro y dejarme llevar por aquel carnaval. Pero iba con la familia, tenia que comportarme, es por eso que me conforme con capturar un par de veces el momento, el lugar y a las personas para luego fantasear. 

A medio camino mis padres se detuvieron y comenzaron a preocuparse por la cantidad de gente que había en aquel lugar,  recordaron la existencia y las consecuencias del covid y por nuestra seguridad abandonamos el lugar. Eran las 9 de la noche, ya estábamos cansados todos, nos dirigimos al hotel, hicimos check- in y nos fuimos a dormir.

Pase dos Dias más en Las Vegas, en donde estuvimos caminando tanto de día como de noche por el Strip (la avenida principal). Mis padres aún con miedo de las cantidades industriales de personas que caminaban junto a nosotros, nos advirtieron a mi hermana y a mi que no debíamos de quitarnos por ningún motivo el cubrebocas. Me ofrecían gel antibacterial cada 3 segundos y me prohibían tocar cualquier barandal o botón de elevador.

Mucha gente en Las Vegas, algunos con cubrebocas y otros sin cubrebocas. Sin embargo yo realmente no estaba preocupado por el virus, es por eso que la pase tan bien mientras me movía entre tantos cuerpos y es que extrañaba esa sensación de estar en un lugar con tantos seres humanos a mi alrededor. 

Las ciudad de las Vegas tiene una vibra muy peculiar de la cual me quede con ganas de más, ojalá pueda regresar pronto y disfrutar con menos precaución esa caótica, frenética y divertida locación ubicada dentro de los Estados Unidos.  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario