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domingo, 3 de noviembre de 2019

Lucha libre, cine y foto: Los comienzos de un autor de grandes historias



Memo Bautista reconoce en cada trabajo el folklore de México y le da voz a quienes no la tienen.
Memo Bautista es un periodista comprometido con su trabajo, recién ganador del Premio Nacional de Periodismo Rostros de la Discriminación Gilberto Rincón Gallardo 2019. Ha realizado múltiples crónicas y reportajes para diferentes medios, fue guionista y productor de un programa de radio en la estación de Horizonte 107.9 y en todos sus trabajos muestra un gran interés por destacar la belleza de la cultura popular mexicana. Su interés periodístico surgió por su afán de escribir acerca de la lucha libre, pero de igual manera disfrutaba mucho la fotografía y el cine. Fue así como decidió comenzar su carrera de cronista.
En uno de aquellos días de octubre en donde las personas vieron su plan dominical de caminar por la Alameda Central comprometido por la lluvia, esperaba sentada en el café acordado. Era un lugar pequeño, de aquellos que cumplen con el término ”urbano”. Había todo tipo de personas: desde los grupos de amigos que buscan compartir una taza de té, hasta una pareja de extranjeros cuyas caras pintadas de esqueletos mostraban su asombro por lo que acababan de ver en el desfile de catrinas.
Fue en todo ese grupo de personas y bajo todo el ruido de la lluvia, la música y las tazas de café chocando unas contra otras, que logré ver a un hombre que de no haber visto previamente algunas de sus fotos, pasaría totalmente desapercibido. Compartía el mismo semblante arrugado de aquellos que no quieren que las gotas de lluvia les entren a los ojos y llevaba puesto un impermeable negro que le cubría casi todo el cuerpo.
Un hombre de mediana edad, un semblante amable, con una sonrisa que mostraba empatía, algunos de sus cabellos goteaban, pues no habían logrado ser cubiertos por el impermeable. También llevaba puesto uno que otro arete y su ropa mostraba la misma sencillez que sus palabras posteriores.
“En el 2003 fue que empecé a trabajar, fue en Horizonte [...] yo era productor y guionista, así fue como empecé a escribir” confiesa Memo Bautista tras comenzar la entrevista, sentado de frente a mí. Mientras se quita su impermeable recuerda los principales inconvenientes que ha enfrentado tanto él, como el resto de los periodistas en la actualidad, “la gente en México no está acostumbrada a pagar por estos servicios (suscripción a periódicos), entonces tenemos que decirles que hay que pagar por la información también, porque sí tiene algo de calidad para ofrecer [...] todos nos tenemos que reeducar, tanto la gente que hace negocio con el periodismo, los periodistas y la gente que lo consume, creo que eso es uno de los obstáculos que atraviesa el periodismo mexicano en general”.
Mientras rascaba su brazo izquierdo como lo venía haciendo desde algún tiempo, recordó a su abuela, quien venía de Oaxaca y poseía un gran conocimiento de la comida de su tierra de origen. Conocimiento que le ayudó al periodista a reconocer la cultura popular como pilar de su carrera, y que también influyó en él para poder tener referencias gastronómicas y  reconocer la riqueza popular que su abuela le había transmitido.
“Historias hay muchas, si nosotros volteamos alrededor podemos ver muchas historias que se tienen que contar”. “Puedes encontrar un universo en esa persona, que coincide con el de  otros millones más, porque el chiste de contar una historia es que ésta sea universal, que la gente al leerla, se identifique con ese personaje”. Mientras decía eso, yo podía entender por qué quiso escribir “Amor Teporocho” y no podía dejar de pensar en una frase que había mencionado recién: “de cerca nadie es ordinario, todo mundo es extraordinario”.
En sus manos, “El Escalera” de pronto se convirtió en un protagonista de película y su compañera de calle “La China” en la mejor antagonista. Por eso, fue una historia merecedora de tener secuela.
Fue en ése momento cuando le pregunté sobre su crónica “El camino hacia la fosa común”, trabajo que fue recién ganador del premio “Gilberto Rincón Gallardo” de este año. Tras preguntarle sobre la sensación de ganar dicho premio, reaccionó como quien no espera que se le recuerde, sólo soltó una risa tímida y declaró con la emoción de un niño que acaba de recibir un dulce “me empezó a latir un montón el corazón”.
Reafirmó lo que ya parecía ser claro desde un inicio: su compromiso como periodista está con aquellas personas sobre las que escribe, “Pienso en la gente que me está contando la historia, no en quién la lee, porque no importa quién la va a leer [...] lo que me preocupa es que se entienda lo que estoy leyendo, que me guste, que me deje satisfecho y que no solamente sea una anécdota y que aporte datos”. “El periodismo está al servicio de los derechos humanos y hay que darle voz a la gente”.
Mientras el organillero toca en el puesto de al lado y la lluvia continúa ahuyentando a la gente, Memo comenta que gracias a no haber tenido trabajo, pudo crear junto a otros periodistas “Crónicas de Asfalto”, un medio con el cual ya no sentía la responsabilidad de compartir filosofía con nadie más que no fueran él mismo y sus colegas. Todo esto fue logrado tras ganar la Bienal Internacional de Radio en 2014 junto con dos de sus colegas y ser corridos de la estación de radio para la que trabajaban debido a que el espacio se lo iban a dar a alguien más, “yo me enojé mucho, fue de  ¡no mames, es absurdo, ninguno de los espacios ha ganado un premio, nosotros sí!”. Sin embargo, hoy lo agradece, pues parte de sus inconvenientes en la empresa anterior era el poco tiempo que les daban para comunicar la información.
Tras contar unas últimas anécdotas que tuvo que pasar para la realización de varias crónicas, dió un último consejo hacia las nuevas y futuras generaciones de periodistas, pues considera que “las historias están en la calle, no en la web”. Salir a acercarse a las personas es lo que uno debe hacer pues “la gente siempre está dispuesta a contar algo, siempre y cuando uno esté dispuesto a escuchar, lo que tienen que hacer es salir”. Por último con un tono de sencillez y franqueza, destaca: “no hago nada extraordinario, hago lo que se hace, lo que se debe hacer, buscar historias y demás”.

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