Eran las 2 de la tarde de un hermoso día, era un día para disfrutar en el exterior, pero la
actividad que yo hice no incluía el exterior. Bajé por las escaleras de ese lugar, oscuro pero
lleno de vida, algunas personas caminaban aprisa, otras caminaban con calma, otras vendían
comida y otros estaban inmersos en el mundo de su celular.
El metro siempre me ha parecido un lugar muy curioso, y el metro Chabacano no es la
excepción, caminé para descubrir el lugar, pensé que era igual a todas las demás estaciones,
el ruido, la gente e incluso de repente unos olores desagradables que llegaron a mi nariz, y sí,
este metro tenía todo eso, pero también tenía cosas que no había visto antes.
Un mural, un mural pintado por José Guimaraes que llamó mi atención, cuyo nombre era
“Civilización y Cultura”. Llamó mi atención por sus colores y formas, formas que no entendí
por completo, pero también me sorprendió que nadie se detenía a verlo. No sé si es porque
pasan mucho por ahí o simplemente porque no le dan importancia a esos detalles, incluso
imagino que hay gente que por más veces que haya pasado por ahí no lo ha notado, porque
todos están metidos en su propio mundo, nunca nos detenemos a ver lo que nos rodea.
Continué caminando, cada determinado tiempo escuchaba el estruendoso ruido del metro
cuando estaba por llegar y el chillido al frenar, ese chillido me ponía la piel chinita. Me frené
y observé a la gente entrar y salir. Aunque era domingo mucha gente vivía a prisa, los que
querían entrar no se molestaban en dejar salir en los que estaban en la puerta, lo que ocasionó
de repente insultos entre personas, claro que a los insultados no pareció importarles,
respondieron con otro insulto y volvieron a su mundo, el mundo en el que únicamente
importa lo que ellos quieren.
Decidí que aunque la conducta de las personas era interesante, no iba a cambiar mucho, por
lo que continué mi camino, en búsqueda de nuevas sorpresas. Llegué a la línea 2 y descubrí
algo que sinceramente me sorprendió, una biblioteca, su nombre era “Biblioteca Benito
Juárez”, a través de los vidrios se podía observar el interior, y al observarlo sentí el ambiente
que había adentro, callado y tranquilo. Al mirarla con más detenimiento noté que en la parte
superior había un mural. Este llevaba el nombre “Urbanhistorias del rock día” sinceramente
me pareció muy curioso por lo que había pintado, era una calle con personas y coches, un Sol
brillante y una cantina, la gente en el mural parecía disfrutar su día, te transmitía paz y
alegría.
El tiempo pasaba y cada vez me sorprendía más lo que veía, no estaba acostumbrada a ver
bibliotecas o murales en una estación de metro, no sé si es porque nunca me he fijado como
el día de hoy o porque no hay, solo sé que para mí fue una experiencia nueva.
Pensé que y no iba a haber nada más por ver, pero al darme la vuelta y ver frente a la
biblioteca, descubrí una exposición de fotografías, fotografías viejas que mostraban el metro
antes y personas trabajando en su construcción. De todo lo que vi esto fue lo que más llamó
mi atención, pues cada fotografía mostraba una historia diferente, un día diferente, un tiempo
diferente.
Finalmente decidí que era momento de irme, así que caminé por donde entré, para mí fue
toda un descubrimiento e incluso cambió mi día, aunque al salir noté que el que mi día
hubiera cambiado no significa que nada más cambiara, pues mientras iba saliendo, continué
observando a la gente, y aunque eran distintas a las personas que vi al principio, su actitud
era la misma, todo era lo mismo, todo menos mi perspectiva sobre el metro.
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