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lunes, 28 de octubre de 2019

Misteriosos tic tacs

El Parque Hundido es un lugar antiquísimo, que su desnivel se debe a una fabrica de ladrillos en el siglo XIX. La primera remodelación agregó el reloj que es muy simbólico de éste lugar. Además de que se pueden hacer cualquier tipo de actividades.

Cuando el carro en el que venía se estacionó, miré a mi lado derecho, observé una zona con cierta irregularidad, esto gracias a la fabricación de ladrillos que era en el siglo XIX. Un lugar rodeado y limitado por el color verde de diferentes tonalidades, grandes y majestuosos árboles, que se movían de un lado a otro. Ingresé al parque bajando un buen número de escalones y llegué a un lugar donde habían más perros que personas, un espacio exclusivo para éstos seres, donde se notaba la felicidad en sus rostros. 
Continué recorriendo el cálido espacio, mirando hacia las altas copas de los árboles y lo externo que se encontraba al lugar. Me detuve en un punto, notando los grandes edificios que se encuentran frente al parque, imaginándome lo especial que ha de ser vivir en esos lugares, parándote en la ventana y mirar todo. Mirando hacia las ventanas, un sonido interrumpió, música proveniente de un reloj, después de ahí mi recorrido era con el fin de encontrarlo.
 Me topé ahí mismo con aproximadamente 2 familias jugando fútbol. Me llamó la atención que detrás de los arbustos se veían dos personas muy cerca, sus siluetas no estaban bien definidas, hasta que me acerqué y se estaban besando, se veían muy felices. Seguí caminando y un tren hizo que me subiera a las mortíferas plantas al filo de la banqueta. 
Caminé y caminé, recorriendo todo el parque, percatándome de lo grande que es, llegando a la zona de los juegos para niños pequeños y al otro lado el gimnasio, donde se encontraba puros hombres, subiendo y bajando sujetados de un tubo. Era imposible notar algún espacio vacío en aquellos juegos, en cada uno había por lo menos 10 niños subidos, gritando y riendo, haciéndote creer que las cosas en dónde vivimos no están mal, te reconforta mirar a estas pequeñas personas, sin preocupación alguna. 
Desesperada por encontrar el objeto del cual provenía el sonido que había escuchado, caminé más rápido, hasta que lo encontré. Un gran reloj, hecho con naturaleza y 2 toneladas de piedras de río, el cual lleva más de 89 años ahí, tuve la suerte de escucharlo por segunda vez, pero más cerca. Mientras sonaba, la gente callaba y miraba. En esta ocasión vi a una quinceañera posando frente al reloj.
Me senté en una banca, pensando que estaba en un lugar antiquísimo, donde había sido un rancho al principio, pasando a ser la fabrica de ladrillos y esto dando pie a que una zona en desnivel fuera una de las mejores atracciones, hoyos llenos de agua con flores alrededor. Y gracias a esos hoyos, se convirtió en el parque hundido. 

Terminando de recorrer el parque, me di cuenta que a pesar de los ruidos por las personas en el parque es algo sumamente silencioso y tranquilo, un lugar en donde se puede ir a hacer de todo, caminar sólo, en familia o con tu pareja, tomarte fotos, salir con tu mascota, jugar, darte un masaje o cualquier cosa, que te da un break de tu vida cotidiana y aunque este muy cerca de la gran avenida Insurgentes, te da mucha paz. 

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