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lunes, 28 de octubre de 2019

El Paris de America


El lago de Chapultepec, orgullo mexicano a uno de los mejores parques urbanos que atesora nuestra ciudad.

El sol se revelaba en lo más alto, un chelista nos deleitaba con una melodía,  parecía que era parte del recibimiento. A mi alrededor miles de familias disfrutaban de lo que la naturaleza nos regala. Tras pasar la entrada leí con detenimiento los carteles, había tanto por ver y tan pocas horas en el día, pensé. A lo lejos lo vi, como si fuera la primera vez; no se podría hablar de México sin contar sobre el lago de Chapultepec. 

Quién diría cómo una antigua zona de minas se convertiría en el lago artificial más importante de la Ciudad de México. Sin duda, mis ojos detectaron uno de los colores secundarios impregnado en el agua, se imaginaran cual,  chalecos salvavidas y uno que otro pato desfilando entre las lanchas. Mientras me adentraba por el bosque el canto de las aves me guiaban a la orilla del lago. 

La calidez del día se sentía en la piel, campanas me anunciaban la aproximación de bicicletas y se palpaba las sonrisas de miles de niños, quienes caminaban con sombreros de monos; una moda única entre los caminos del bosque. Muy meticulosa me acerqué a una ave hermosa y elegante, tan blanca como la nieve; parecía lista para que mi lente la capturara. En el centro se admiraba el hogar de todas las criaturas, quienes llenaban de vida a este lugar turístico, árboles se levantaban como protectores de la fauna.  

Me dispuse a olvidarme de cualquier sonido y centrarme en lo que la vista me regalaba. De una manera formidable el Castillo de Chapultepec se asomaba entre los arbustos, la visión me remontó al Virreinato e imaginarlo con todo su esplendor; morada de la historia de nuestro país. 

Al desplazar mi mirada, un conglomerado de gente se reunía en el puente que divide al lago; mi curiosidad le ganó a mi ser y sin razonarlo me aproxime. Las carcajadas inundaron el lugar, las personas prestaban atención a la figura de la diversión, un payaso dispuesto a entretener a cualquiera que se tomara el tiempo de escuchar su protestar. Sin falla puedo asegurar que el don de sus ocurrencias le hizo a cualquiera una tarde excepcional. 

No podría irme sin echarle un vistazo a los puestos típicos que acordonaban los caminos, tras caminar un letrero me llamó la atención, con letras llamativas la palabra caricaturas albergaba cientos de rostros de la manera más cómica; una familia posaba despreocupada esperando que la perspectiva del artista plasmará lo mejor de su esencia. 

En mi mente recordé el problema de violencia en el país, a primera vista parecían tan ajenos los problemas, lo único que importaba era tener a tus seres queridos cerca y que mejor que pasarla en Chapultepec. Era la oportunidad perfecta de comprar un helado o hasta declarar tu amor; una utopía donde una sociedad perfecta se alzaba para vivir el momento. 

La presciencia de extranjeros era notable, se reparaba en el brillo de sus pupilas como reconocían la belleza de México; mexicanos orgullosos tomándose fotografías junto a las letras monumentales de la CDMX. El lago de Chapultepec se convirtió en el centro de diversión y paz para aquellos que necesitan huir de la rutina. En lo personal, admirar con mis sentidos cada poro que desprende el bosque y lago es esencial para escribir de lo que alguna vez llamó Porfirio Díaz al lago,  El París de América.

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