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miércoles, 9 de octubre de 2019

¿Cómo se afronta una pérdida por violencia en el país?




La cantidad de homicidios desde que empezó el gobierno de AMLO es de 20.599, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. 

Originaria de la Ciudad de México, la doctora en psicoterapia humanista, María del Carmen Martínez nos responde unas preguntas como profesional en la tanatología clínica con respecto  a “El manejo del duelo por pérdida de violencia o desaparición en México”. Con más de 30 años en el campo de la educación, salud psicoemocional; actualmente como tanatóloga, psicoterapeuta, docente en el CENESDI. Nos cuenta su función como especialista en casos de pérdida de algún ser querido por consecuencias de la violencia en el país.

- ¿Cómo trabaja la tanatología desde la parte clínica, con respecto a la pérdida por violencia? 
En la parte clínica se hace una historial clínico, en esta se puede conocer el suceso y hacer la valoración, depende del tiempo que lleva de haber sucedido. Hay personas que vivieron una situación de violencia hace 3 o 4 años que incluso narran como si siguieran viviendo con un alto nivel de sufrimiento y entonces tenemos que evaluar el nivel en que se encuentra de salud. Su estado clínico seria ¿cómo esta de salud? ¿Tiene depresión? ¿Si hay un duelo complicado?. 

Hay ciertas pruebas que hay que efectuar para saber en qué estado se encuentra actualmente. Este estudio es abierto, clínicamente se va respondiendo el cuestionario y aparte tu vas respondiendo preguntas sobre su estado de salud; por ejemplo si duerme, si come, quién fue el que falleció, qué ha hecho, cómo lleva su vida diaria a partir de ese suceso en su vida. Es importante conocer el estado actual de las personas y generar un plan de intervención para poder ayudar. 

- ¿Con qué frecuencia se ven estos tipos de casos?
Todo depende de las instituciones en las que estés; por ejemplo cada vez más en el país hay estas condiciones, el problema es que las personas quieran acudir o puedan acudir a la ayuda. Hay instituciones que ofrecen estas ayudas por parte del gobierno,  otras como las iglesias que se pueden dar estas ayudas o en las mismas organizaciones que están en apoyo de estas circunstancias, pero no siempre es así. 

Entonces en algunos casos también los familiares no acuden a la ayuda porque utilizan todas sus fuerzas para encontrar la verdad sobre sus familiares, ya cuando acuden es porque evidentemente son estragos o alguien los llevó. El trabajo que yo hacía con la iglesia, en Sinaloa, nos enteramos que son familiares de sicarios con cuestiones muy delicadas de tratar en donde también tu vida puede correr riesgo entonces idóneamente deben de ser en lugares en donde pueda haber cierto cuidado.

Las familias que acudían se quedaban sin nada, les habían quitado todo; como golpeados por la violencia, habían tenido que abandonar sus ranchos, sus lugares. En otra ocasión apoye con la policía, con los hijos de los policías muertos; pude trabajar con sus familias, niños, adolescentes por programas que se les da y se les brinda de apoyo emocional a las familias; con militares también. 
En general, claro que ha aumentado la violencia. El problema es la educación que tenemos para pedir este apoyo. 

-¿Ha habido diferencias de hace 10 años a la fecha con la frecuencia de los casos?
Sí, incluso pudimos ver el caso de los niños de la guardería o el caso de los padres de Ayotzinapa pues recibieron programas de atención incluso de expertos que fueron a apoyarlos, pero eso no significa quitar el dolor o que los padres no continúen con la búsqueda. Es una atención, son estragos que golpean a toda la familia a nivel generacional. Hay evidencias de países en guerra donde todavía en dos o tres generaciones hay estragos de esa violencia que se cobra en la depresión de los hijos, conductas de cómo los padres se llevan con los hijos. De que es prioritaria esa atención, es prioritaria, el problema es el acceso y la educación que tenemos para poder acceder a ella. 

-¿Cuál es la diferencia cuando apoyas a una persona que tiene una pérdida por alguna muerte natural a la de una con violencia? 
Las pérdidas son pérdidas, pero hay de pérdidas a pérdidas. Se considera que las más complejas, depende que una persona pueda resolver un duelo, evidentemente si hay algún trastorno de personalidad va a ser más complejo; de las pérdidas anteriores que hayan tenido, del rol que desempeñaba en su vida, la relación con la persona fallecida y por supuesto nuestra capacidad de desarrollo psicológico. 

Por ejemplo, hay pérdidas que se consideran que pueden generar mayor dificultad para transitar por el dolor; por ejemplo muertes violentas o suicidio, por alguna destrucción, por situaciones naturales, muertes complejas como superar la muerte de un hijo o muertes que suceden de una manera inesperada. Es muy diferente una muerte anticipada cuando hay una enfermedad larga o una persona en donde se esperaría o está sufriendo mucho, incluso hay padres que viven este duelo con sus hijos, les cuesta mucho trabajo superar el dolor. 

La complejidad del duelo depende mucho de nuestra relación y precisamente del apego que tengamos con la persona que ya falleció. Entonces, eso va a impactar en nuestra personalidad y por eso el tipo de ayuda es diferente, cuando se complejiza un duelo es cuando la persona se desestabiliza en todo lo que realiza de acuerdo a su edad de desarrollo; por ejemplo cuando tiende a las adicciones, ideas suicidas, siente que no puede con su vida. Hay algo que no está pudiendo acomodar, regularmente las personas lo podemos resolver. 

Hay duelos complejos y hay duelos que se pueden resolver con la ayuda de nuestros seres amados, amigos; la tristeza la vamos a vivir, extrañar a nuestro ser querido pero cuando hay sucesos de este tipo como por desaparición ¿Cómo le haces, no ? Sobre todo cuando no se encuentra el cuerpo, son de las más difíciles de transitar porque siempre  está de un lado el deseo porque esté vivo pero otro un terror a pensar que este muerto, entonces es estar en ambigüedad absoluta.

- ¿Cómo ayudas a esas personas que viven esta desaparición ?
El que reciba esta ayuda debe cuidar mucho su salud, todo ese desgaste que está viviendo, revisar cómo están sus relaciones familiares, sus redes, toda esa fortaleza ayuda. Hay grupos de acompañamiento al duelo con intervención en diferentes niveles de ayuda; como lo son los grupos terapéuticos. Tienen todo un objetivo de trabajo en el cual son las personas que igualmente han sufrido, comparten un dolor que los universaliza, al mismo tiempo también se unen, algunos encuentran el motivo de sus vidas en la lucha para que no se vuelvan a repetir estos actos. 

Otros por encontrar los restos de sus hijos y encontrar maneras para encontrarlos, ellos llegan a decir que sólo podrán descansar cuando encuentren los restos de sus hijos para saber en dónde están, es un dolor inenarrable, inmenso. La ayuda compartida es menos, pero lo cierto es que encuentran fuerzas para reunirse y eso ayuda mucho. 

- ¿Hasta qué punto como tanatóloga te involucras con tus pacientes?
Hay evaluaciones que se realizan, incluso hablamos del tiempo que vamos a trabajar y las mismas personas van sintiéndose mejor incluso si vienen en grupo hay una temporalidad y también la persona que requiera más, tendrá que continuar  de forma individual. También hay esos indicadores que nos van diciendo, que no es generar dependencia sino trabajar por la independencia y que es un tiempo que necesitamos estar acompañados con el apoyo, ya sea social, familiar, institucional para poder seguir adelante. 

- Me podrías contar de algún caso que en lo personal la marcó con respecto a la pérdida por violencia en el país. 
Estuve en Sinaloa y me toco el caso de una señora que me llamó la atención, ella desde pequeña trabajó, venía de una familia pobre de rancho. Ella llego en muy mal estado, esto habla de algo muy cultural, se había unido con un señor, cuya familia se dedicaba al narcotráfico, entonces resulta que ella siempre sintió mucho rechazo por parte de la madre del padre de sus hijos. 

Mencionaba que trabajaba en un expendio, que era del abuelo de sus hijos, entonces trabajaba y con eso mantenía a sus hijos porque el señor nunca le ayudaba, pero algo que había sucedido es que su hijo jovencito, yendo con el abuelo, los mataron, al parecer por un ajuste de cuentas. Ella se sentía muy mal porque no había llorado en el funeral, decía que se sentía la peor persona, pero se le explicó que no llorar en esos momentos era una etapa de negación y que es algo natural. 

La familia de su hermano y su esposa acogieron a otra hija, decían que estaba en un estado de depresión, entonces preguntaba ¿Por qué a mi hijo? Sin poder ver que por el contexto en donde estaba el hijo era algo más que esperado, al haber tenido hijos con un joven dedicado a todo este negocio, ella se percató que estaba rodeada de muerte.

Se murió el abuelo y se murió el hijo, la suegra no la dejó trabajar donde antes, había mucho rencor; no tenía con qué mantener a su hija y en el lugar en el que estábamos poco a poco conforme ella fue expresando su dolor, escuchando el dolor de otras madres que también habían perdido a sus hijos, generó un confort dentro del grupo de solidaridad y apoyo. 

Las mismas mujeres le dijeron que la ayudaban a cocinar, entonces logró trabajar en la cocina de la iglesia, pudo acomodar el dolor de la pérdida de su hijo. Se enfocó en  recuperar a su hija, trabajar y ella pensaba en emigrar a otro estado,  huyendo de ese contexto. Pensó que ella y su hija merecían un mejor lugar, irse a otro país para poder salir de todo esto. 

Después de la charla con la Doctora María del Carmen, nos damos cuenta que la violencia en el país ha cambiado en los últimos años y va en aumento. La necesidad de brindar ayuda a todos aquellos que están en duelo es un asunto de alerta, se necesita educar a las familias para que tengan la confianza de acercarse a algún profesional para recibir la ayuda necesaria y poder afrontar de la mejor manera la pérdida de su ser querido. 

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