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miércoles, 4 de diciembre de 2019

El hombre y el ballet: El papel más difícil de interpretar


Actualmente, requiere la misma fuerza practicar ballet que enfrentar los prejuicios de quienes se dedican a él.
El Prix Benois de la Danse, un premio por el cual vale la pena dedicar toda una vida, le ha sido otorgado a bailarines que pertenecen a las academias de ballet más importantes del mundo. En México, la única academia de danza que ha sido reconocida internacionalmente es la del INBA, y a pesar de todas las adversidades, ya han sido dos bailarines mexicanos a quienes se les ha otorgado el máximo reconocimiento a la danza. La historia de este galardón es relativamente nueva, pues surgió en 1992 con la aprobación de la UNESCO. Aquellos que lo han ganado, han sido quienes han representado el ballet desde su forma más espiritual, dramática y pura. También han mostrado la capacidad de utiliza su cuerpo para hacer un papel totalmente suyo, y dejar atrás todos aquellos rasgos y dimensiones que poseía el personaje original como si no fueran más que otra naturaleza distinta.
 El ballet posee una historia tan antigua como la historia misma, en donde la belleza es lo que más destaca para el espectador. Es por ello que parece ser que finalmente se ha logrado superar el prejuicio negativo hacia los hombres que han decidido dedicar su vida a la danza. 
La bailarina Paulina Valdés, considera que en la actualidad,  para el espectador, "la belleza tiene lugar en ambas partes del ballet, es decir, nos hemos quitado la idea de que la delicadeza es únicamente viable en el cuerpo de la mujer y la fuerza es únicamente respectiva al hombre". Y si bien hay quienes continúan viendo el ballet como un arte mal vista para los hombres, la  idea de que un bailarín "seguro es gay” por el hecho de practicar este arte se ha ido disipando. 
El papel relevante que otorgó el ballet clásico, y más en particular el romántico, a la bailarina ha hecho que muchos ignoren que en su sentido más estricto, la danza no responde a la naturaleza humana, pues en sus inicios, no había distinción de sexos. 
Otro factor que apoya la idea de que la esencia de la  danza no hace distinción y no da un peso mayor a la mujer, es el hecho de que en los inicios de la danza, con los griegos, esta era utilizada como entrenamiento para los guerreros, hasta el punto en que el filósofo Sócrates se hizo acreedor de la frase “el mejor bailarín es también el mejor guerrero”. 
Enfrentándose a una dura realidad
“Es curioso ¿sabes? a veces lo más difícil lo encontramos muchas veces fuera del escenario”. Son las palabras con las que comienza el bailarín Adrián Herrera, después de preguntarle sobre los obstáculos a los que se ha tenido que enfrentar. “La verdad sí me costó bastante el que mi familia, fuera de mis padres y mis hermanos, aceptara el que me quisiera dedicar a las artes y más en específico al ballet”, recuerda con cierto pesar en la voz.
“Creo que en la vida un Pas de Deux es a lo que deberíamos aspirar”, comenta Paulina mientras se asegura de que las tiras de sus zapatilla derecha estén bien sujetas a su tobillo para no lastimarse. Adrián ríe con extrañeza y Paulina continúa: “En serio, no te burles, mira..” se sienta en flor de loto y comienza a mover ágilmente las manos “Un Pas de Deux requiere una perfecta armonía, es un acuerdo por parte de ambos bailarines, es lo mismo mismo que con una buena convivencia que se logra a través de la tolerancia”. 
Y es que una parte importante de los problemas de discriminación es justo eso: la tolerancia. Ambos bailarines se levantan después del llamado de Lourdes, su maestra, y comienzan a ensayar “El Cascanueces”. Justamente el Pas de Deux del hada de azúcar y su príncipe. Entonces algo sucede, mientras ambos bailan acompañados de Tchaikovsky mirando frente al espejo, sus miradas muestran realidades totalmente distintas: Paulina muestra la alegría propia de quien acaba de dar un discurso de victoria, en donde ha resuelto el acertijo y todo lo malo lo ha dejado atrás. En cambio, Adrián muestra las ganas de ocultar una angustia, angustia derivada tal vez sólo por el ensayo, o tal vez por el hecho de imaginarse toda una vida llena de obstáculos y discriminación a causa de su profesión.
Tal vez le ayudaría hacerle saber a las personas que fue un hombre, Luis XIV, quien además de ser un bailarín durante su corte y  poseer una gran pasión por la danza, decidió fundar la Real Academia de la Música y la Danza. Ayudando a impulsar el ballet como una profesión, pues fue en esta academia donde se establecieron las primeras reglas de lo que hasta hoy se conoce como danza académica.
También hombres como Claude Balon, quien fue un maestro, bailarín y coreógrafo de gran reputación contribuyó al mundo del ballet a un grado tal, que su nombre está asociado al término “ballon”, que entre los bailarines expresa la habilidad de quedarse suspendido en un salto por un instante y posteriormente caer suavemente sobre la punta del pie. 
Sin mencionar el más reciente caso de Isaac Hernández, quien si bien, no ha sido el único mexicano en ganar el Prix Benois de la Danse, ha sido el más reciente, pues en 2018 fue calificado como el mejor bailarín del mundo, y actualmente forma parte del English National Ballet, compañía de danza con una gran reputación a nivel internacional. Además, en algún momento, formó parte del Rock School for Dance Education y del American Ballet Theatre. 
Entonces ¿por qué Adrián se siente abandonado en un mundo que según algunos, fue creado sólo para las mujeres?
Odette: El sueño de muchos
Por todos los pasillos de la  UNAM se ven jóvenes delgados, con una postura casi tan perfecta al pararse que hace creer que están posando para una foto. Todos comparten la misma forma de caminar: con las puntas hacia afuera. “Sí, es curioso, mis amigos que van en otra carrera también lo notan y siempre se burlan de mí, yo ya no le veo nada de extraño” comenta Johan, un bailarín del Coreográfico de la UNAM que comenzó su carrera “ya bastante grandecito”, refiriéndose así a cuando tenía tan sólo diez años de edad, pero en la danza, es bastante cierto considerando que la edad ideal para comenzar es a los cinco años.
En el momento en que se cierra la puerta,  el salón se vuelve un lugar donde todos parecen dejar los prejuicios que los atormentan atrás, y la única preocupación del momento es el Grand Jete de Odette. 
“Me encanta el lago de los cisnes, no es mi preferido, pero definitivamente es de los que más agilidad requiere” Dice Johan mientras ve a su compañera Alejandra interpretar al cisne blanco. Sentado, con la espalda recargada en la pared murmura “Algún día seré Odette y les callaré la boca a muchos”. No hay que malentender sus palabras, ha sido feliz  interpretando sus papeles masculinos, sin embargo “siempre he querido saber lo que es hacer el papel de ellas”.
En la mesa de amigos no se habla del pasado, de cómo llegaron ahí, qué tuvieron que atravesar, y sin embargo, los cinco que se encuentran sentados uno a lado de otro, no mostraron dificultades para compartir su experiencia cuando se les preguntó. Daniel vivía con sus abuelos y cuando se enteraron de lo que quería hacer de su futuro, lo sacaron de la casa, ahora vive con Gustavo, quien recibió el apoyo de su madre, pero su padre no dudó en hacerle saber cada día lo difícil que sería. Johan por otro lado, vivía bajo la violencia de su padre, pero fue acogido por su hermana, quien decidió estudiar ópera. “vaya parejita que le fue a tocar al machín ése” dice Johan entre risas. Marco, el único que no quiso compartir su historia, pero que tras bajar la mirada, se le pudo notar que tampoco era grata. Finalmente quedaba Mario, el único que podía decir que tenía unos padres felices esperándolo en casa “mi mamá siempre quiso ser bailarina, y como mi papá la ama mucho, pues yo creo que no le quedó de otra más que aceptarlo”.
Mientras cada uno contaba su historia, la plática parecía ser un concurso de ver quién sufría más, sin embargo “las risas no faltaron”, dice Adrián, el único feliz del grupo.
Los cinco tienen poco tiempo de conocerse, pues sólo comparten unas cuantas materias y acaban de conocerse en agosto, pero parecen llevarse bastante bien, aún sabiendo que las cifras indican que sólo uno de ellos terminará dedicándose al ballet de manera profesional.
Sin duda, cualquier arte presupone grandes obstáculos, y las cifras no favorecen a ninguna de estas, sin embargo, a la danza y sobre todo a la clásica, se le agrega el fuerte prejuicio de que debe ser practicada únicamente por mujeres, y los hombres o sirven de sostén, o quedan fuera.
“Yo sí creo que el hombre se ha ido fortaleciendo en el ballet, creo que particularmente cambió en mis tiempos, por ahí de los años 60’, como que toda esta corriente que vino con los hippies ayudó a dejar más de un prejuicio atrás, no estoy diciendo que hubo una apertura total, pero sí que las cosas se facilitaron” dice el maestro Moisés después de que el grupo de los cinco entrara al aula y le preguntara su opinión.
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Hoy en día, la sociedad atraviesa grandes cambios, y con ello, los juicios de valor hacia nuestro entorno han cambiado, las personas muestran más apertura ante temas de la igualdad entre ambos sexos. 
Difícilmente se podrá cambiar el prejuicio de toda una sociedad cuando la misma aún sigue mostrando cierta oposición a la diversidad, sin embargo, aquellos que poseen un amor al arte, también muestran paciencia y una actitud positiva ante la posibilidad de que eventualmente, sus profesiones serán aceptadas y valoradas de la manera en la que ellos lo hacen. 
“Algún día, mi preocupación será mi discurso para cuando gane el Prix Benois de la Danse y no el cómo hacer para que mi familia me acepte de regreso” termina Johan, quien de sueño en sueño borra las historias que opacan su utopía e impiden que piense que lo más difícil a lo que se enfrenta es a su propia realidad.

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